EL SUR, Concepción, jueves 12 de
enero de 1989
La narrativa penquista se ha hecho presente con un nuevo valor. Si en una ocasión anterior le dimos nuestros parabienes al profesor y novelista Andrés Gallardo, por sus Cátedras Paralelas y La Nueva Provincia, hoy debo expresar mi cordial adhesión al talentoso escritor y abogado Jaime Riveros Aedo. Ediciones Sur ratifica así otro logro en sus afanes editoriales, ahora en la Colección Narrativa.
Alentado tal vez por la hermosa presentación de la obra o quizás por las
sugerencias del subtítulo, Adiós a todo eso, o quién sabe si por la íntima
curiosidad de averiguar si de verdad hay arte narrativo en una región donde la
poesía tiene buenos cultores o a lo mejor por todo eso junto, lo cierto es que leí las 168 paginas de
esta novela, sinconsideraciones de tiempo. cuando eso nos ocurre, es porque el libro es naturalmente
bueno o muy bueno, como en este caso.
Apreciemos por qué. En primer lugar es fácil percibir en él, un carácter
testimonial, que comienza por darle a su autor una condición protagónica, que lo
transforma en testigo y analista de una época importante de nuestra historia.
Algunos de sus méritos mayores son su capacidad para crear una sensación de
suspenso; su facilidad para llegar comprensivamente al lector, sobre la
base de un buen manejo del idioma y sobre todo la habilidad con que va
colocando sus personajes en situaciones dramáticas.
Es evidente que aquí el narrador, funcionando como protagonista o como testigo,
nos hace confidentes de sus ideas filosóficas, políticas o sociales, con
absoluta claridad. ambientada, además la obra en dos ciudades de tan claras
connotaciones políticas, como Santiago y Concepción, y
Es evidente que aquí el narrador, funcionando como protagonista o como testigo,
nos hace confidentes de sus ideas filosóficas, políticas o sociales, con
absoluta claridad. ambientada, además la obra en dos ciudades de tan claras
connotaciones políticas, como Santiago y Concepción, y comprometidos sus juveniles personajes con los diversos movimientos que generaban tal
realidad, es obvio que hay una dinámica que hace ágil y atractivo su argumento. Por otra parte, este mismo
argumento, con tan generosas motivaciones urbanas, no es ajeno ni a los sentimientos románticos ni a las consideracioneseróticas, con
que muchas veces se enredan y comprometen las relaciones amorosas de los jóvenes protagonistas.
Quienes sobrellevan esta instancia son, por orden de aparición, Claudia, Ema y Nina, siendo esta última
no sólo la de mayor presencia emotiva y sentimental, sino la de mayor capacidad
revolucionaria e intelectual.
En resumen, La Espera es, sobra la base de todas estas estimaciones, una novela
con capacidad de proyección, muestra digna y relevante de un momento histórico, que
está culminando. Eso, al menos, esperamos, tal vez con el mismo optimismo que
indica el editor en sus palabras de contraportada:
"Se dibuja así un mundo apunto de desvanecerse, en unconvulsionado escenario
político que, inevitablemente, mueve sus piezas para desembocar en el golpe
militar de 1973. Viene entonces la ida del tre... y, en este otro tiempo, la hora
de la espera también ha culminado. Es Sábado. El subtítulo, Adiós a todo eso,
en definitiva, invita al lector a buscar sus propias respuestas".
Anhelamos que este primer éxito del joven abogado, nacido en Punta Arenas hace
43 años y radicado hoy en Concepción, prosiga con nuevas realizaciones, en
beneficio de un genero que necesita la acción y el impulso de sus mejores cultores.
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